viernes, 28 de mayo de 2010

Cuestión de suerte.


Hoy voy a contaros una cosa que me pasó el miércoles, no es nada por lo que haya que publicar un especial en un periódico, ni algo que a muchos os pueda dejar sin palabras, pero realmente fue algo que me hizo reflexionar sobre la suerte.
"Vivo en Gijón y estaba con mis amigos volviendo a casa por nuestro camino habitual, charlando, riendo, hablando, sonriéndonos... y de repente uno dijo: ¿Esos nos son los del Sueño de Morfeo? Nos giramos todos a una y efectivamente ahí estaba Raquel con un grupo de gente (solo estaba uno de los guitarristas, Juan) nos quedamos dudando, ¿vamos a pedirles un autógrafo? ¿Serán ellos de verdad? Mira que si no son hacemos el ridículo... Los estuvimos siguiendo un rato, imaginaos once chavales siguiendo a un supuesto famoso, libreta en mano. Al final por pura casualidad se giraron porque estaban totalmente perdidos y nos ven a todos nosotros a pocos metros de ellos. Que imagen. Nos firmaron a tooooooodos autógrafos, fotos, etc. Y les indicamos el camino. Era la segunda vez que los veía, pero era la primera que iba por la calle y me encontraba con un famoso, el Sueño de Morfeo buscando una pizzería y lo curioso es que nadie los miraba. Bien, se que los famosos son gente normal pero nosé, a una le hace ilusión este tipo de cosas".
Y con todo esto me puse a pensar en la suerte del destino, como un pequeño movimiento, un pequeño fallo como llegar más tarde de lo habitual o más temprano a un sitio puede cambiar el curso de las cosas. Algo tan insignificante que queda en manos de un minuto de reloj. Pero resulta que alguien distinto a ti, alguien entre todos esos millones de personas que hay en el mundo, se está moviendo, está organizando su vida: Se hace un café, corre por la playa, pierde el autobús, decide hacer algo distinto... Y por un casual tu destino y el de esa otra persona se unen, se fusionan por un instante, aunque sea solo por unas milésimas de segundo, con una mirada, un tropiezo y quizás una sonrisa si hay suerte. Lo interesante es que un pequeño, insignificante fallo como perder el autobús puede hacer que te tropieces con esa persona que de verdad merece la pena, esa persona que cambiaría tu vida, para siempre. O quizás no lo pierdas y sigas en tu búsqueda contínua, preguntándote cuando entrarás en tu vida la felicidad. Chica, tenías una oportunidad, en otro lugar, en otro momento, tú no lo sabías, pero la tenías. Una pena. Que desgraciamos somos, que nos empeñamos en hacer siempre lo correcto, seguir un horario, hacer las mismas cosas, la misma gente, la misma conversación, las mismas miradas cansadas. ¿Y sabes qué es lo que pienso yo? Que a veces la única manera de mantenerse sano es volverse un poco loco. Pero volvamos al tema: qué pena.

3 comentarios:

  1. Jolines que suerte yo no em he encontardo a ninguno por la calle... jaja

    ResponderEliminar
  2. Ultimamente a mi tambien me ha dado por pensar en el destino en ese segundo que cambiaría toda una vida... todo porque una amiga tuvo hace unos días un accidente en unas ferias y ha perdido un ojo, cicatrices, clavicula rota, daños cerebrales, yo estaba presente y luego no paraba de darle vueltas a la cabeza:
    -si hubiese llovido y no hubieramos ido.
    -si no le hubiesemos dejado dinero para montarse una vez mas
    -si...

    el destino que es asi.
    1beso

    ResponderEliminar
  3. que suerte que te los encontraras! Aquí nunca te encuentras con nadie y la verdad es que es una pena...
    Pero en cuanto a lo del destino desde mi punto de vista tienes toda la razon. Nos guía de una manera increible.
    Un besoo

    ResponderEliminar