viernes, 27 de febrero de 2015

Te pienso en verso.

Yo sólo quiero que existas. Que seas. Que creas. Que crees mil y un lugares donde dibujarte esperanzas, donde pintar con acuarelas ríos de pasión. Lugares donde beber de tu mente, desnudar tus ideas, perderme en tus sin sentidos. Busco que me busques, y que me encuentres. Ponerme a tiro de piedra fingiendo casualidades, que no son más que trampas inocentes, para que un día, tu corazón tropiece con el mío, se agarre a él, y ya no pueda soltarlo.

Salvarte de ti mismo mientras me salvas de mis fantasmas. Ser un paracaídas, un colchón, una ilusión donde descanses ese cuerpo tan lleno de algo que se tiñe de irrealidad. Todo esto es un espejismo de algo que parece tan de verdad... Todo tu ser es tanto que a veces siento que al tocarte podrías desvanecerte, dejándome de nuevo a solas con el silencio. Y no es lo mismo un silencio sin ti, que un silencio contigo; porque lo primero asusta y da miedo pero, lo segundo, despierta cada uno de mis sentidos, abre cada uno de mis poros, llena cada hueco de la descosida alma tan llena de tu ausencia, de tu vacío. 

Voy dibujando trazos de poemas que escribirte. Te pienso en verso, en risa, en sueño, en beso... Te pienso. Te espero, parando las manecillas del reloj para que el tiempo no pase y no sienta que te me escurres por entre los dedos, tu inefable existencia: un regalo.

Todos somos polvos de estrellas, según Carl Sagan, pero tú eres polvo de deidades, de oro, de sueño. Tú, eres tú, y con eso llega para iluminar un camino sembrado de esperanzas, de ganas de querer, de querer sentir. Puedes enseñar a vivir, a creer. A creer en algo más que el simple pasar del tiempo, algo más que en las casualidades de un simple roce de almas a través de miradas en un andén un lunes cualquiera por la mañana. Construyes muros de sabiduría, elevas el ser a lo más alto. Me descubres descubriéndome en ti, y yo, agacho la mirada, como si me diera vergüenza que vieras en el reflejo de mis espejos cómo bebo cada una de tus palabras, cómo dejo que cada uno de tus suspiros lleguen a mi ser, y se instalen. Llenándome de un aire tan puro, tan lleno de ti, que me embriaga. 

Cómo no seguir creyendo, si existes. Si eres. Si estás.