lunes, 15 de diciembre de 2014

Para Ana:

Si me voy a estrellar en la curva de tus caderas, no dejes que se rompan tus seguridades contra el hueso afilado lleno de sacrificios. Si voy a perder la cordura recorriendo tu espalda con la yema de mis dedos, no dejes que utilice tus costillas como teclas de un piano. Si me vas a dejar llenarte de mi más puro y genuino amor, procura no acentuar el hueco entre tus muslos: Dejas que se escapen las palabras y los versos entre ellos. Si vamos a pasar cada noche de invierno intentando quitarnos el frío de la piel, no dejes que mi boca choque contra tus huesos; eso me hiela por dentro.

El valle entre tus dos montañas era hogar de dos corazones; ahora me encuentro frente a una llanura que ya no es reconfortante, ya no es cálida. Hay dos corazones, pero uno de ellos, se está muriendo. Los únicos surcos de tu rostro antes eran producto de la fuente de mi vida: Tu sonrisa. Parece ser que el cambio de estación se los ha llevado, dejando tras de sí el surco marcado de tus lágrimas. Tu cascada de cobre y oro ahora sólo lleva hojas secas. Tus vidrieras, reflejo de los ríos llenos de vida, envejecen, transparentan el fondo de tu alma; ahora sólo muestran un agua estancada, un río en calma que acumula dolor, marchitando cada oportunidad que llega.

Si buscas alegrarme la vida, no pretendas conseguirlo destruyéndote a ti misma. No me hace feliz ver como cada día tengo más hueco en la cama, porque tú ocupas menos.

domingo, 15 de junio de 2014

Am(arte).

Amar es encontrar,
perder (el control);

acertar,
tropezar (con tus pestañas);

soñar,
crear (ilusión);

despegar,
aterrizar (en tu piel);

aprender,
olvidar (tu ausencia);

comunicar,
gritar (con la mirada);

besar (para callar),
callar (a besos).

Amar es presente,
pero, sobre todo,
es la esperanza de un futuro.

sábado, 7 de junio de 2014

La nostalgia del séptimo día.

Desde que me dejaste ya no sigo la misma melodía. Ya no miro de la misma manera, ni guardo con cautela mis palabras. Los espejos ya no son enemigos en las noches de nostalgia. Ahora son puertas que pintan el mundo de otro color, a través de los que mirarme fijamente a los ojos y decirme "eh, mira, después de todo, seguimos aquí".

Desde que ya no "somos", mi piel se ha fundido con la pluma, los folios son ahora el reflejo de mi alma, escribo historias, describo sentimientos y belleza; mis lunares también pueden contarte alguna que otra historia nueva, y las yemas de mis dedos han explorado sin miedo más mundo, desde que me dejaste.

He descubierto, desde que soy "yo", que el miedo no es algo que debiera estar a la orden del día. Fíjate, resulta que hay personas capaces de criticarte sin hundirte, de apoyarte sin apartarse de repente, precipitándote en una caída en la que... Sálvese quien pueda. Resulta que existen personas capaces de ver belleza en las ojeras un domingo por la mañana, y gente capaz de curarme las heridas internas a base de besos y no de reproches.

Desde que "no eres tú, soy yo", he aprendido que "tú" estás mucho mejor lejos si no eres capaz de despertarme por dentro. Ha llegado a mi vida gente llena de luz, con un pico y una pala, dispuestos a reconstruir todo aquello que tú destrozaste. Me convertiste en caos. Por suerte, hay gente capaz de convertir mi caos en arte.

¿Y ahora qué, desde que me dejaste? Ahora, es una nueva vida. Resulta que sí que soy fuerte, y sí que puedo hacerlo. Pero, ¿a que no sabes qué? El fallo estaba en que tú no creías en mí. Nunca lo hiciste y nunca te interesó, no fuera a ser que pudiera ser mejor que tú en algo.

Ahora escribo, la gente me lee, y me entiende y, a veces, consigo emocionar. Resulta que hay personas que son poesía pura, personas que son lienzo, que son arpa, y estoy aprendiendo a tocar, a seguir otras melodías diferentes a la tuya. Melodías que esperan, melodías con paciencia, melodías que, si te caes, no siguen caminando sin ti, si no que te agarran del corazón con fuerza para que no se rompa, y te levantan.

Tú me habías dicho que un cuerpo bonito marca la diferencia, pero no me dijiste que había sonrisas que son paisajes, ni miradas que son faros de luz. Claro, tú habías dejado de mirarme, por temor a que leyera la verdad en el fondo de tus ojos.

Tú me decías que se me iba a escapar la vergüenza por debajo de la falda, pero sólo era porque no soportabas que otros dibujaran con la mirada mi silueta. De lo que no me avisaste era de que se me iba a perder el tiempo por entre los remiendos de mi corazón.

Pero eh, mírame, además, desde que me dejaste, he aprendido a bailar.

jueves, 29 de mayo de 2014

Tú disparaste primero.

Manchas de café mis sueños. Trepas por las sábanas de mi cama. Te alojas en los rincones de mi cuerpo. Enredas con mi pelo. Enredas con mis ideas, con mis sentimientos. Erizas mi piel a base de caricias, como si de una corriente eléctrica te tratases. Me invades. Poco a poco. Te siendo a 200 km en una noche clara que podría ser de los dos. Te veo a un metro de distancia. Te reconozco porque eres la única persona que prefiere mirar al cielo estrellado antes que apurarse a terminar la botella de ginebra. Te reconozco porque yo solía subir a la azotea de tu edificio y perderme contigo debajo de las sombras de las estrellas. Decías que no te importaba que esta noche no saliera la luna, mientras que de mis labios sí saliera  un beso.

Pero en cuanto tu mirada se cruza con la mía, sé a ciencia cierta que esas estrellas no volverán a formar un manto que esconda nuestro amor ante los vecinos. Tendré que buscarme otra azotea llena de promesas. Lo único que no podré cambiar de esta noche será la intensidad de tu mirada, que te enciende los sentimientos, te desnuda las ideas, consigue hacer que las llamas de la hoguera, al lado de la luz de tus ojos, parezcan simplemente los puntos suspensivos de nuestra historia, que entienden tan poco de ella como yo lo hacía... Hasta conocerla a ella.

viernes, 11 de abril de 2014

Has traído la primavera a mi piel.

Me gusta cuando finjo que estoy enamorada de ti, al igual que me gusta ponerme relojes que no tienen pila, simplemente porque quedan bien. Me gusta cuando me imagino tu lengua recorriendo mi piel, y me gusta pensar que eso me excitaría. Tu nombre queda bien entre las palabras “amor” y pasión”, por eso me gustas. Pero cuando nos cruzamos por la calle no me fijo más en ti de lo que me fijaría en un reloj que no marca la hora. Me gustas porque me sienta bien el amor, al igual que una blusa roja; me sientas bien. Me gustas porque me despiertas por dentro, no porque seas tú, sino por lo que yo he hecho de ti (numen).

Muérdeme la espalda, muérdeme los miedos y caerán al suelo unos cuantos versos escritos por mi piel todas las noches de marzo que me faltaste.

Tu perfume resucita las ganas de querer sentir; pero cualquiera podría ir al supermercado más cercano a comprarse un frasco igual. De hecho, si tiene tanto beneficio, ¿por qué no nos compramos todos el mismo? ¡Resucitemos a la humanidad al completo! El problema sería que, por mucho que usaran tu perfume nunca serían capaces de sonreír de la manera en la que tú sonríes; nadie me miraría con tanta intensidad. La primavera la trajiste tú una tarde de marzo cuando abriste los ojos después de una siesta.

Dime, ¿quién es capaz de provocar un cambio de estación con tan sólo un pestañeo? Has traído la primavera a mi piel.


Al perfume del supermercado tampoco le viene adjunto el hoyuelo que se forma en tu mejilla cuando te ríes, ni el tacto de tu piel intentando quitarme el frío de la noche; y nadie sabría tampoco irse de la manera en la que tú te has ido, casi sin hacer ruido… No vaya a ser que me diera cuenta. 

miércoles, 19 de marzo de 2014

What's going on in that beautiful mind?


Si tuviera que describirte no sabría por dónde empezar. Quizás decir que eres la persona de la que me he enamorado sea un buen comienzo.
Eres el resultado de una química perfecta, un buen libro para leer, eres un atardecer de verano… O de invierno… ¡Qué más da! Tu sonrisa es tan cálida que ya no sé distinguir las estaciones. Se me ha hecho tan dulce el invierno…

Si tuviera que definirte serías un color azul, esperanza, paz, lleno de las mismas esperanzas de las que mi ingenuo corazón se llenó. Rebajas de ilusión en pleno invierno. También podrías ser una playa, una de esas de aguas cristalinas y sol radiante justo en el punto exacto del cielo para crear una sombra bajo una palmera. Bendita sombra, bendito respiro de tu amor, que me llena. Sube la marea cada vez que sonríes, cada vez que me hablas, cada vez... Cada una de tus miradas alimenta mi corazón de ganas de tenerte. Eres mi numen, todo tu caos se me aparece como arte ante mis ojos. Me inundas con tu ser, arrasas con todo lo que llevo dentro, incluso contigo mismo, te guardado dentro de un cajón de mi alma.

Quiero ser parte de ti, quiero conocer cada rincón, dejar un trocito de mi ser en ti. Ser tu lucero, tu luciérnaga en mitad de la oscuridad. Pequeño rayo de esperanza. Resucitas mis ganas de sentir, naufrago en una isla de deseos. Tú, mi salvavidas.

Estoy tan dispuesta a todo, estoy tan dispuesta a ti, que me asusta. Mi objetivo es entenderte, comprenderte, conocer esa complejidad que se esconde tras tu belleza, las historias que guardan las palmas de tus manos, conocer cada uno de los engranajes de tu preciosa mente, amar cada uno de tus rincones, morirme en la comisura de tus labios cada vez que sonríes (¡qué sonrisa!), acercarme aunque sea mínimamente al abismo de tus ojos. Sustituir todo este aire vano por tu olor, por tu perfume.

Hablemos ahora de tu sonrisa. Su belleza es proporcional a los misiles con los que está cargada. Algo muere dentro de mí cada vez que atisba por entre tus pecas. Pero… ¡qué muerte tan dulce! Rezo plegarias a un Dios en el que no creo, busco encontrarte, pero voy en la dirección equivocada, y ¡qué hago yo buscándote por el camino de la esperanza! Has dejado crecer matojos de moras amargas. Voy directa a la caída, una caída inminente, pero ¡qué caída tan dulce! Te esperaré en el cruce de las ganas y la rabia.

Creo en ti a pesar de los peros, de los cómos, de los porqués. Busco en ti la respuesta a pesar de que esquives las preguntas como balas, temeroso, con un solo movimiento de pestañas (persianas que albergan un tesoro).


Vivo enamorada de tu alma, o de tu engaño, vivo enamorada de quién tú has querido ser, de quién vas creando cada día, de quién me muestras; vivo enamorada de esperanzas, de llamadas, de poesía, de palabras. De tus manías, de tus retos, de todos y cada uno de tus pasos, pero, sobre todo, vivo enamorada de tu sonrisa… o, mejor dicho, no vivo, estoy sobreviviendo.