El sentido común le tiende la mano, pero el corazón, cual niño jugando al borde de un abismo, se niega a escuchar. Le gusta jugar con fuego, le gusta errar, le gustan las nuevas experiencias, esas que quedan grabadas en tu memoria toda una vida.
Al corazón le gusta sentirse vivo.
Y cuando llora, ¡ay cuando llora! Siente un vacío grande por dentro, siente un vacío grande al verte. Que eres tú lo que a mi corazón cobarde le falta, y son las ganas de tenerte las que le sobran.
Y eres tú la razón por la que llora.
Pero hay veces que la pena es muy grande, esas veces en las que el corazón queda destrozado, que ha llorado tanto que se ha inundado. Y es entonces cuando las lágrimas corren a tus ojos, ansiosas por salir, por no ahogar al corazón. Para que alguien se de cuenta y venga a arreglar el destrozo.
Que un corazón roto no puedo arreglarse solo. Y hay veces que el corazón llora, ¡ay cuando llora de alegría! Puede llorar de alegría porque por fin está completo, porque se ha llenado ese gran vacío que tenía dentro. El amor ha llegado. O puede no ser todo perfecto, pero eres feliz… si, y tanto. No tendrás a ese amor para coger de la mano, pero amigos tienes de los que recibir abrazos. No tendrás besos dulces, apasionados, tímidos en los labios, pero tienes corazones que escuchan cuando el tuyo está llorando. No tendrás te quieros mezclados con esperanzas de un amor eterno, pero eres joven, es más, nunca serás tan joven como esta noche, ¿por qué no aprovecharlo? No sentirás los latidos de su corazón mientras te roba un beso ávido, pero aún sigues teniendo la esperanza de quien espera lo mejor de la vida. De quien sabe convertir los errores y los llantos en algo sano. De quien no se da por vencido cuando el corazón queda destrozado.
Ojalá nunca pierdas la esperanza, ojalá tu corazón siga llorando de alegría.
Y será entonces cuando el sentido común intervenga, será entonces cuando la felicidad se irá, tan rápido como ha llegado.
¿Acaso no habéis sentido nunca como la felicidad te invade sin motivo aparente y luego, tan rápido como un amor de verano, se va?
-No, no derroches alegría, corazón. Guárdala para tiempo peores. Pero el corazón se negará a escuchar, replicará con fuertes bombeos y protestará:
-Si, derrocharé la alegría. La soltaré por los cuatro costados, impregnaré a todo el mundo con las ganas de vivir de quien aún sigue luchando. Haré que cada persona que me rodee sonría, sonría y se sienta feliz. Vendrán tiempos peores, por ello debo ser feliz ahora. ¿No te das cuenta? Si yo dejo de funcionar, si yo me apago, todo se acabará. No dejaré que la felicidad, motor que me mueve, se acabe.
De todas formas… la felicidad no es algo inagotable la felicidad reside en el estado mental. Reside en los sueños, en los pequeños momentos de felicidad, esos que pasan tan rápido que no da tiempo a que nada los estropee. A que nada los vuelva amargos. Solo hay que estar atentos a su llegada, porque tan rápido como vienen… se van. Y no quedará rastro de ellos, tan solo quedarán grabados en tu recuerdo.